domingo, 1 de abril de 2012

libros idos y saqueadores venidos

En 1948, ofreció Manuel Porrúa en su catálogo Bibliográfico, el único ejemplar conocido en perfecto estado y encuadernado en pergamino, del SUMARIO DE LAS INDULGENCIAS, PERDONES Y GRACIAS ESPIRITUALES QUE GANAN LOS QUE LLEVAN LA CINTA DEL GLORIOSO PADRE SAN AGUSTIN, cuyo autor es Fray Marcelo de Lebrija y fue impresa por Pedro Ocharte en 1589. El precio asignado fue de tres mil dólares.



De los datos y referencias consignados, el lector habrá sacado la conclusión de que las cotizaciones de los impresos mexicanos del siglo XVI son sumamente estimativas y, por regla general, arbitrarias, quedando al juicio del poseedor de las obras. Su rareza queda patente en el hecho de que solo muy contados libreros y grandes coleccionistas la han poseído. De estos últimos, debemos recordar al banquero y al bibliófilo, don Salvador Ugarte, que con grandes esfuerzos, paciencia y mucho dinero, logrò reunir su brillante colección de más de 60 incunables mexicanos que actualmente forman fondo especial en la biblioteca del  Instituto Tecnológico de Monterrey, Nuevo León. Mucho se ha especulado sobre si la biblioteca del señor Ugarte fue donada o adquirida por la institución aludida  por un precio mayor del millón de pesos. Don Carlos  Linga, bibliófilo natural de Hamburgo y que residió muchos años entre nosotros donò su biblioteca a ciudad natal con la cual se constituyo la Biblioteca Linga.

Con ete triste hecho, puede llegarse a la conclusiòn que el patriòtico alemàn llegò para comprar libros raros, antiguos y fundamentales para la historia de Mèxico y que una vez que formò una biblioteca de gran magnitud, decidiò llevàrsela para su tierra.

¿Por què? El señor Linga fue amigo de mi padre. Y le comentaba horrorizado del estado de descuido y abandono en que el Gobierno tenìa sus principales acervos. El no podìa tolerar que su colecciòn adquirida con sacrificios fuese a dilapidarse en manos de gentes que no sabìan o no podían resguardar verdaderos tesoros bibliogràficos. Amaba más al libro que al dinero. Se ve por la sencilla razòn que no recibió un quinto por su gran biblioteca: la obsequiò al pueblo de Hamburgo.

Donar en Mèxico significa que las fuentes primordiales para el estudio de nuestro pasado--por el cual somos el PRESENTE-- se queden embodegados en cajas fràgiles de cartòn pasto de ratas y polillas.. Pues el gobierno de Calderòn preferirà mil veces gastar en armas, bayonetas, càrceles, inversiones bélicas para combatir a sus hermanos, que en libros y anaqueles dignos para preservarlos.


 

Por eso, aunque no se sepa con claridad meridiana si la riquìsima colecciòn de libros fundamentales de la Biblioteca del Tecnlògico de Monterrey fue donada o comprada, lo cierto es que no sólo esa institución--fundada por ricos prohombres regiemontanos-- sino otros talentosos empresarios de esa ciudad moderna tambièn estàn invirtiendo importantes sumas para adquirir los tesoros culturales de la naciòn.

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