sábado, 17 de marzo de 2012

¿POR QUÉ SON CAROS LOS LIBROS ANTIGUOS?


Casi siempre ocurre que un libro resulta caro  por la falta de conocimientos del poseedor o del criterio muy singular de los particulares. Hay algunos libreros que asignan precios  a las obrs tan escandalosamente altos que no puede encontrarse otra justificación, muy común, que casualmente no tiene idea de cuál será su precio internacional.
 
No permite lo limitado de este espacio hacer más consideraciones o comentarios vastos sobre los conceptos apuntados, por lo que entramos de lleno en el tema propuesto que consiste en llevar a nuestros lectores ideas generales sobre impresos mexicanos raros y muy costosos.
 Como los hemos de agrupar por época o materias, según los juzguemos conveniente,  iniciamos esta serie de “blogs” a partir del siglo XVI. A los impresos de este período, quizás indebidamente, se les llama  incunables mexicanos y abarcan desde la fecha histórica de 1939 hasta el año de 1600.
 
A fines de 1539, Juan Pablos, a nombre de Juan Cromberger , impresor de Sevilla, imprimió en México Breve y más comprendiosa Doctrina Christiana en lengua Mexicana y Castellana, por mandato del Obispo Don Fray Juan de Zumárraga.
 
Por cierto, estudios recientes han descubierto que el lugar donde se estableció la Primera Imprenta de América, es el que lleva el número 6 de la hoy calle de Argentina, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Pues bien, en tal lugar, fundó don Jorge Denegre Vaught Peña en el año de 1940, la famosa Librería Tagore. 
 En el homenaje que le rindió CONACULTA en 1982, en el Palacio Nacional, se mencionó honoríficamente ese hecho fortuito e histórico.
 
Queda en pie para la historia de la Imprenta en México la incógnita de si se imprimió o no antes Escala Espiritual para Subir al Cielo de San Juan Clímaco traducida por fray Juan de Estrada o de la Magdalena, obra a la que hace referencia el serio cronista dominico fray Agustín Dávila Padilla en su Historia de la Fundación y Discurso de la Provincia de México 
(publicada por el autor de ALGUNAS de estas disquisiciones, don JORGE DENEGRE VAUGHT PEÑA, en su Editorial Academia Lieraria.)

Bibliógrafos de la talla de Joaquín García Icazbalceta, Toribio Medina, Agustín Millares Carlo, Enrique R. Wagner y Emilio Valtin, entre otros, han consagrado magníficos estudios a nuestros impresos del siglo XVI, 
que, por cierto, no llegan a 200 conocidos.
Todos los libros mexicanos del siglo XVI son sumamente costosos, y salvo algunas excepciones, como el Vocabulario en Lengua Mexicana y  Castellana de Fray Alonso de Molina, impreso en 1571, por Antonio Espinosa, 
 
el Reverendi Patria fratis  Bartholemei a Ledesma de Septem Novae Legis, impreso en 1566, también por Espinosa, y las dos partes de las Adevertencias para los Confesores de los Naturales, compuesta por el padre Juan Baptista e impresos por M. Ocharte en 1600, que suelen aparecer con alguna frecuencia, todos los demás son excesivamente raros y, por consecuencia, caros. 

 
Continuaré con la fuga de los libros más raros, al venderse las bibliotecas de Andrade, José Fernando Ramírez, José María de Ageda y Sánchez, Carlos Linga y Fidel Carrancedo, entre otros muchos acervos distinguidos.

 

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